Karin Christiansen es profesora adjunta sénior de la Facultad de Ciencias de la Salud de VIA University College, en Dinamarca. Es responsable de investigación en el programa de tecnología en materia de salud, desarrollo de metodologías y ética del VIA Research Centre for Health and Welfare Technology. Es una reconocida experta en el ámbito de la ética en los servicios de bienestar y ha llevado a cabo numerosos estudios sobre el tema. Entre sus estudios recientes se incluyen “Ética y uso de la tecnología en las profesiones de atención sanitaria”, “Repercusiones políticas y filosóficas de la revolución demográfica del envejecimiento de la población” y “Demencia, tecnología y ética sanitaria”. En sus investigaciones, se acerca al nivel práctico, lo que le ha proporcionado una visión única de los principales interrogantes y complejidades alrededor de este campo.
Karin formará parte del conjunto de ponentes destacados en nuestro Congreso de Hamburgo, donde hablará de las principales repercusiones del uso de la tecnología para el personal de los servicios sociales.
a) ¿Qué repercusión está teniendo la introducción de las herramientas tecnológicas en la labor del personal de los servicios sociales en cuanto a su identidad y responsabilidad profesional?
KC: Es muy probable que la introducción de tecnologías tales como la robótica social en el sector de la atención social y sanitaria tenga una importante repercusión en la autocomprensión de los profesionales y de sus deberes y responsabilidades hacia las personas que utilizan los servicios sociales. Para conducir el desarrollo en la dirección correcta, tendremos que examinar en qué consiste un cuidador o acompañante y qué repercusión tienen los cambios en los conceptos de “atención” en los cuidadores y las personas receptoras de los servicios. Deberemos examinar a quién se puede atribuir la responsabilidad, cuándo utilizamos algoritmos para predecir el comportamiento de riesgo o el estado de salud de las personas y cuándo cometemos errores. Y examinaremos en qué áreas el criterio y la imaginación del ser humano son absolutamente decisivos para nuestras decisiones y en qué áreas no lo son. Las respuestas a estas preguntas tendrán una gran repercusión en la futura división del trabajo y la responsabilidad. Por lo consiguiente, es importante mantener un amplio diálogo en nuestra sociedad sobre estas cuestiones normativas.
b) ¿Cómo puede la tecnología facilitar la colaboración entre los diferentes profesionales y las personas que utilizan los servicios?
KC: A modo de ejemplo, la teleasistencia se utiliza en gran medida en Dinamarca para facilitar la comunicación entre los profesionales sanitarios (médicos y enfermeros de hospitales y clínicas de día) y las personas en sus propios domicilios. Los estudios demuestran que algunos profesionales sanitarios (como los enfermeros) consideran que las consultas a través del ordenador son más precisas y eficaces que las visitas a domicilio, mientras que otros profesionales destacan el hecho de que la teleasistencia solo logra una visión unidimensional del cliente. Muchas personas mayores encuentran conveniente poder interactuar con los profesionales en sus hogares, en lugar de tener que ir al hospital. Les ahorra tiempo y mucho esfuerzo. Para algunas personas, disponer de la tecnología en casa aumenta su sensación de autonomía, capacidad de acción e independencia personal, mientras que para otras es una carga adicional de responsabilidad tener que adoptar una nueva tecnología y controlar su salud continuamente cuando están enfermas. La facilitación de la buena relación entre los diferentes profesionales y las personas que utilizan los servicios depende de la aplicación sensata de la tecnología, que siempre tiene en cuenta los recursos físicos, mentales, sociales, culturales, educacionales y económicos de cada persona.
c) ¿Qué se puede hacer para empoderar a las personas usuarias de los servicios en la transición al uso de herramientas tecnológicas en la labor social?
KC: Para empoderar a las personas usuarias de los servicios en la transición al uso de herramientas tecnológicas en los servicios sociales, se les debe ofrecer formación en conocimientos digitales y ayuda para utilizar la tecnología y “traducir” las indicaciones y los sonidos del ordenador o dispositivo técnico. Obviamente, este tipo de formación se debe adaptar a las necesidades y los recursos concretos de las personas usuarias de los servicios y puede requerir la formación de un equipo de “mediadores” digitales. Las investigaciones demuestran que el temor a cometer errores técnicos impide a algunas personas mayores utilizar tecnologías de medios digitales, así como conseguir acceder a los profesionales sanitarios, a diversos servicios de salud, a grupos de pacientes, a sus familiares y a posibles compañeros. La formación de igual a igual suele ser un buen recurso contra este tipo de temor e inseguridad y, lógicamente, la sociedad civil desempeña un importante papel en la creación de la infraestructura social de dichas iniciativas. También se puede lograr aumentar el empoderamiento y la sensación de propiedad involucrando a las personas que utilizan los servicios directamente en el diseño y el desarrollo de diversas tecnologías, teniendo en cuenta sus necesidades reales, deseos, valores y metas. Para lograr dicho objetivo, es necesario desarrollar y poner en práctica iniciativas de aprendizaje colaborativo entre las personas usuarias de los servicios, importantes agentes y desarrolladores.